lunes, 16 de febrero de 2015

La ciudad más bonita del mundo

Poso la mirada en el mar, siento la brisa acariciar mi pelo, mis manos se sujetan a la barandilla que hace de pared entre la arena y mis pies, mis ojos se enfocan en las gaviotas que vuelan sin cesar por ese profundo manto azul que rodea la más bonita de las ciudades.

Continúo, me paro en al heladería de la esquina, aquella que tanto me gusta, una de las mejores en kilómetros a la redonda, helado de avellanas y a seguir con el camino. Me siento a disfrutar de él en el muro, un muro que tantas escenas, conciertos y lluviosas tardes ha presenciado, y de nuevo, miro hacia el horizonte, esta vez dejo de centrarme en esas aves blancas para disfrutar del sonido de las olas al chocar unas contra otras, relajo mi mente recordando el baño tardío que me di la noche anterior en esta misma playa, contigo.

Camino, dejo a mis pies guiarme a través de esta selva de incontables recuerdos. Ya no están esos payasos que cada tarde se situaban en esta recta para hacerme reír, a mi y a unos cuantos más, pero, aún así, puedo seguir imaginándolos en mi cabeza.

Suspiro, paso por mi hamburguesería favorita, aquella de la que tantas veces he disfrutado con mis padres. El número 8, la mejor hamburguesa del mundo. Todavía puedo escuchar nuestras risas resonando en mi cabeza cada noche hablando de lo bien que lo pasamos durante el día paseando por las inmensas calles de esta maravilla de ciudad.

Llego a esta plaza pensando en lo grande que me parecía años atrás, ahora ya no la veo tan grande, no ha disminuido en tamaño, pero yo he aumentado. Siguen latentes esos tiovivos que tantas risas me provocaron. Un sonrisa nostálgica inunda mi rostro viendo a esa pequeña niña cuyo pelo es rodeado por un gran lazo rojo mientras disfruta inocentemente de esos tiovivos, me estoy viendo a mi años atrás, bendita felicidad.

Finalmente alcanzo la blanca barandilla, estoy sujetando entre mis manos el símbolo de la ciudad, mientras veo frente a mi una de las playas más bonitas del mundo dando paso a una pequeña isla que no hace más que embellecer el paisaje.

Y sigo caminando, no paro, no miro atrás, voy hacia adelante, cada vez estoy más cerca de los jardines de Miramar, la mitad del camino está hecho, suelto un suspiro y continúo, es hora de mirar hacia adelante, el verano está por terminar.

Las personas cambiamos, crecemos, maduramos y seguimos caminando. Pero podemos y podremos dar siempre gracias a pequeñas partes de la misma que no harán solo hacer más ameno el paseo hasta el final, permitiéndonos revivir todo aquello que, en esencia, nos mantiene en pié. Solo queda dar las gracias, gracias a ti, por no cambiar, pero si renovarte, por seguir siendo la misma, por no decepcionar, por ganar y no dejarte vencer.

Gracias, Donosti.



4 comentarios:

  1. Holaaaa!!! Te comencé a seguir pero no había tenido tiempo de comentarte hasta ahora. Me ha gustado mucho el escrito y la ciudad es preciosa ^^
    Ya me quedé por aquí así que nos leemos :D
    Un besooooooooo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Sara!
      Muchísimas gracias por seguirme, me alegro mucho de que te haya gustado el post y más todavía de que te haya gustado la ciudad!
      Un besazo!

      Eliminar
  2. Y que lo digas! Donosti es preciosa, yo estudio aquí ♥
    Bonito texto, a la altura de lo que cuentas.
    Un besito guapa!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estudias aquí? Que coincidencia! Yo soy de aquí!
      Si, es una ciudad preciosa, a mi me tiene enamorada.
      Un beso!

      Eliminar